Imagínate que estás caminando por la calle para hacer compras cuando un niño en bici te adelanta. De repente el niño se cae de su bicicleta, se abre la rodilla y rompe a llorar.
Regularmente la gente reporta sentir compasión y afirma que le da lástima. Sienten el impulso de ayudarle al niño. Esas reacciones emocionales e impulsos de conducta se fundan en la empatía.
Cuando mostramos empatía, nos ponemos en la situación de otra persona y adoptamos su perspectiva. Así entendemos y hasta prevemos sentimientos, deseos, pensamientos y acciones de lo demás. Igualmente somos capaces de entender como nuestro comportamiento afecta a los demás.
La empatía es un componente esencial de todas las interacciones sociales y experiencias emocionales. Entender los sentimientos y pensamientos de otros nos capacita a trabar y mantener amistades y relaciones personales.
Ante todo, la práctica de la empatía respecto a niños es necesaria para resistir a abusos sexuales de niños. Al reconocer y comprender como piensan y se sientan los niños, somos capaces de entender el daño de los niños que han sufrido un abuso sexual.
