Reducción de la disonancia cognitiva o las llamadas distorsiones mentales
Como todas las personas, a veces justificamos nuestro propio comportamiento inadecuado e intentamos cambiar pensamientos o sentimientos incómodos o desagradables cuando contradicen lo que estamos haciendo en ese momento. Imagina que crees que comer mucha comida rápida es malo, pero sigues comiendo patatas fritas con regularidad. Te sientes extraño/a porque tus acciones y tus creencias no coinciden: es lo que se llama disonancia cognitiva. O que utilizas habitualmente imágenes sexuales con menores de edad aunque sabes que es ilegal y que no es bueno ni para ti ni para los demás, y aquí también suelen surgir sentimientos desagradables. Para reducir esta sensación de incomodidad, intentas cambiar tus creencias o tu comportamiento. Tal vez te convenzas de que no es tan malo ver imágenes abusivas siempre que tú mismo no las generes, compartas o pagues por ellas. O empiezas a ver menos para volver a ajustarte a tus creencias. Normalmente nos resulta más fácil justificar algo en nuestra mente que cambiar realmente nuestra conducta. Reducir la disonancia nos ayuda a sentirnos menos estresados o confusos cuando nos encontramos en una situación en la que nuestros pensamientos y acciones no coinciden. Distorsionamos la realidad con gafas de color de rosa, consolándonos o tranquilizándonos con falsas justificaciones. Pero no te preocupes, esto es bastante común y puede cambiarse con un poco de conciencia sobre este fenómeno.
Imagina que estás enamorado/a. En esta fase, puede que percibas el mundo con una perspectiva demasiado optimista, o a través de unas "gafas de color de rosa". Cada gesto y mirada del objeto de tu deseo se interpreta como interesado, intencionado y afirmativo, aunque alguien sin esas "gafas" juzgaría las mismas acciones de forma muy diferente. Es importante ser consciente de ello y quitarse esas gafas de color de rosa distorsionantes para tener una visión clara y objetiva.
En relación con las agresiones sexuales y el uso de imágenes abusivas, esto puede llevar a trasladar la responsabilidad del agresor a la víctima. Cuando alguien abusa sexualmente de un niño, niña y/o adolescente o utiliza imágenes de abuso sexual infantil, estas distorsiones se producen activamente antes, durante y después del acto. Esto puede llevar a utilizar justificaciones como "El niño quiere experimentar la sexualidad de la misma manera que los adultos", “Si el niño o la niña no se resiste, debe ser porque también quiere", "Esta es la última vez que lo hago" o "Las imágenes ya están ahí y por lo tanto ya no hacen daño a nadie". Si no reconocemos y controlamos esto, corremos el riesgo de cometer una agresión sexual (otra vez) y/o de utilizar imágenes abusivas.